lunedì 13 febbraio 2012

Gafas de Dinosaurio

Siempre he temido que mis hijos serian miopes, los pobres no tenían escapatoria, con bisabuelos, abuelos, tías y una madre miope, y bastante, los que se parecieran a mi, serian miopes sin duda, y por ahora llevo uno de dos. Yo pensando ser muy lista, cuando conocía a un chico que me gustaba le preguntaba si en su familia había historial de miopía, para que el tema de la falta de vista solo lo aportara yo, que con uno basta, así que me busque un buen Papi Rex que tiene una visión estupenda, pero claro, la genética pesa mucho, y no ha habido escapatoria.

Desde que Nicolodón cumplió dos años yo le he ido haciendo pruebas para ver si veía bien, un avión en el cielo o el color del barco que se veía a lo lejos en la playa, me servían para comprobar su agudeza visual y en general no había problema, pero un día resolutiva yo, decidí llevarlo al oculista, había cumplido ya cuatro años y quería asegurarme. Como es lógico a esa edad la simpática oculista a la que le lleve, menos mal que me toco una doctora, por lo menos siempre piensas que quizás ella también es madre y puede ser mas empática contigo, le puso un mural de animales, casas, flores y aviones que sin duda el podría reconocer, ante la pregunta a Nicolodón, de; tu que ves aquí? la respuesta no se hizo de esperar, con voz clara y fuerte, contesto -Un dinosaurio. Por supuesto en realidad era una casa, la doctora me miro con cara de preocupación, quizás realmente este niño no ve, y volvió a insistir -Y que ves aquí? otro Dinosaurio, contesto igualmente claro y fuerte, y en ese momento nos dimos cuenta de que nos estaba tomando el pelo claramente. Pregunto por tercera vez que veía, esta vez era un pajaro, el sin inmutarse, volvió a ver un dinosaurio, por supuesto… Llegados a este punto tuve que sacar a Nicolodón de la consulta y hablar con el seriamente para explicarle que le castigaría quitándole su branquisaurio favorito si no entraba de nuevo y le decía a la doctora que era lo que veía de verdad, rápidamente, la casa se convirtió en casa, las flores en flores y los pájaros en pájaros. Parecía que todavía no hacia falta ponerle gafas.

Después de esto deje pasar dos años para volver a la consulta, esta vez fui con mis dos ejemplares de dinosaurios, no es este el espacio para describir lo que significa ir a cualquier sitio con los dos, eso se merece otros post solo para ello, pero en este caso Martinosaurio, crecido por las gracias que había oído del hermano y aleccionado por mi en el camino a la doctora de no ver dinosaurios en cada figura , veía cacas y pis por todas partes, llegados a este punto, confieso que eche de menos a los dinosaurios.

Finalmente el año pasado, las leyes de la genética tuvieron razón y hubo que ponerle gafas a Nicolodón cuando su profesora me advirtió que se acercaba mucho a la pizarra y que cuando copiaba los ejercicios de matemáticas, confundía todos los números. Cuando nos confirmaron su miopía, confieso que me sentí culpable, era inevitable, lo se, pero ahora era una realidad.



Ir a elegir las gafas, las mas baratitas que las rompen enseguida, por favor, fue toda una aventura. Una vez elegidas, al final fueron las mas caras, por supuesto, por que eran las que mejor le quedaban, claro, y hubo que hacer toda una operación de psicología materna diciendo que estaba guapísimo, que iba a ser la admiración de toda la clase y que cuando creciera o se operaba o podía llevar lentillas como mama y no pasa nada, para que finalmente aceptara llevar gafas.

Al principio solo se las ponía unas horas, hasta que empezó a llevarlas todo el día, y ahí empezó mi nuevo trabajo de peregrinación diario a la óptica ya que no pasa un día sin que el cristal se salga, la patilla se abra o se perdiera un tornillo, en fin, lo normal cuando un dinosaurio de ocho años lleva gafas, ¿no? Lo bueno de tanto viaje a la óptica es que mientras arreglan sus gafas yo me pruebo feliz todos los modelos de gafas de sol que veo y la ultima vez que me compre unas gafas lo hice allí, para amortizar un poco mi sentimiento de culpa de hacerles trabajar horas extras con las gafas de mi pequeño dinosaurio.


Otro misterio que me rodea es como es capaz de ver llevando las gafas tan absolutamente sucias siempre, por mas toallitas y trucos de mama miope que le enseñe, sus gafas son opacas, y cuando por fin se las limpia, me confiesa que es como si se pusiera ojos nuevos. En fin, por ahora mi otro dinosaurio ve como un águila y cruzo los dedos para no tener que convivir con mas pares de gafas en casa, por que el lío esta servido. Tiemblo de pensar que tengo que llevar a revisión a Nicolodon, en unas semanas, seguro que le ha aumentado la miopía, pero claro es lo que tienen los genes para bien y para mal……..

1 commento:

  1. El amor es ciego! Por si acaso no te revises la vista...Fmdo: Papi REX

    RispondiElimina